Enamorada de la luna
Inés esperaba que la luna se posara frente a su ventana para admirarla. Tiraba suspiros tenues ante la belleza y resplandor de la redonda rodaja de queso frente a su rostro, lagrimas de emosión rodaban a través de sus mejillas disponiendose a cruzar un largo trecho entre su barbilla y el suelo.
Inés llegaba antes que la luna se posara en aquel lienzo azulado de puntos luminosos y se iba hasta que el foco luminoso apagara su destello.
Enamorada de la luna, mascullando versos durante el día para aquella que iluminaba su noche, contando los minutos y abanicando los deseos de volar hasta donde ella reposaba.
Las noches se hacían breves bajo la luz de la luna y los deseos de permanecer encandescente bajo el efecto de la estrella gigante eran cada vez mayores.
Inés no imaginaba su vida soñando con la luna, esperando la noche para contemplarla y que le acariciara el cuerpo con su suave destello, baño esponjoso, frote cariñoso que a diario recibía de su amante furtiva.
Una noche, cansada de la distancia y astiada de la lejania pateaba las piedras desentendida de que la luna tenía fijos sus ojos en ella, Inés tropezó y al caer boca abajo un destello de luna choco con su espalda, de donde surgieros unas alas enormes y bellas; Inés volo alto, muy alto, segura de que ahora ni la lejanía, ni la distancia serían un obstáculo para ellas.
Inés llegaba antes que la luna se posara en aquel lienzo azulado de puntos luminosos y se iba hasta que el foco luminoso apagara su destello.
Enamorada de la luna, mascullando versos durante el día para aquella que iluminaba su noche, contando los minutos y abanicando los deseos de volar hasta donde ella reposaba.
Las noches se hacían breves bajo la luz de la luna y los deseos de permanecer encandescente bajo el efecto de la estrella gigante eran cada vez mayores.
Inés no imaginaba su vida soñando con la luna, esperando la noche para contemplarla y que le acariciara el cuerpo con su suave destello, baño esponjoso, frote cariñoso que a diario recibía de su amante furtiva.
Una noche, cansada de la distancia y astiada de la lejania pateaba las piedras desentendida de que la luna tenía fijos sus ojos en ella, Inés tropezó y al caer boca abajo un destello de luna choco con su espalda, de donde surgieros unas alas enormes y bellas; Inés volo alto, muy alto, segura de que ahora ni la lejanía, ni la distancia serían un obstáculo para ellas.
3 comentarios:
buenas letras!
Me salta a la mente la letra de una canción que, como dato curioso, se llama El Hijo de la Inés, y dice:
"Ten cuidao' con la luna" -dicen las estrellas- Mas guapa que ninguna me quedó con ella, otra vez; me mata pero a gatas vuelvo a nacer.
Interesante
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