domingo, 30 de noviembre de 2008

Pensamiento a la deriva

La incertidumbre por mi paradero es más que un sueño venidero.
El motivo de mi angustia lo conoce mi corazón y mis labios repetirlo no pueden.
Sin conocer la buena ventura del amor, sumergirme en ella no quiero, para hacer de cada día el último que pases sobre la tierra.
En un papel escribí mis sueños y los eché al fuego; hoy divagan en el infinito esperando que lleguen a la puerta de Dios.
Sin pedirlo obtuve un corazón inmenso dispuesto a entregarse, conocí el amor, mas el viendome de frente se dió la vuelta y siguió su camino.
Las olas del mar vienen y se van, seguro ya no estaré cuando empiece a amanecer.
Blancas las nubes del cielo azul y oscuro el color de las flores de mi jardín.
Agua y sol necesito para florecer, alimento vivaz que emana de tu ser.
Como alas de Gavilán se abrió mi ser y como hoja seca se estremeció mi corazón cuando palabra alguna te oyó pronunciar.
Ser soláz y fugáz es el hombre que busca el amor y cansado y benévolo el que lo encuentra.
Si en mi intento de hallar la felicidad pereciera, contenta perezco de saber que luché con proposito la vida que ayer te ofrecí y que hoy con ferviente anhelo deseas.

Sin mas que resignacion

El corazón me pide explicación,
El corazón me pide compasión,
El corazón me pide una ilusión
para luego condolerse de su aferración.

Sin mas que una mirada,
sin mas que una tonada,
sin mas que el recuerdo
de una noche estrellada
el vaivén de tu indiferencia
me enseña a tener paciencia,
sin mas amiga que la conciencia
me hundo en un lago de desencia.

Mi alma a tu recuerdo se aferra,
Mi espíritu por libetad se desespera,
la puerta de la felicidad se estrecha
y mis ojos a la oscuridad se aferran.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

♦ Cuento: Amor de Fantasia ♦

Lluvia de estrellas

En el corazón del bosque, allá donde los pájaros no cesan su canto y las flores no se marchitan vivía una ninfa de extraña belleza y forma singular. Cipreses, Boababs y Abetos inundad los suelos fecundos del bosque y ondas luminosas se mueven armoniosamente en el aire.
Un día la ninfa salió del árbol que tenía por casa saltando de alegría; su rostro cálido y rosado como sacado del claro manantial y sus ojos febriles despedían destellos de luz alumbrando todo lo que encontraba a su paso; trotando, caminando, saltando, trotando, explorando se detuvo con estupor ante aquello que ella nunca había visto, un elfo gallardo que caminab errante paseandose por todo el bosque a quien las creaturas del bosque lo seguían con escrutinio, la ninfa menuda y trémula se escurría entre los árboles sin dejarse ver observando con detenimiento los movimientos del elfo.
El elfo silbaba mientras caminaba errante, gallardo, valiente, errante, danzando con las ardillas mientras las hadas guardas del bosque volaban en zigzag en direccioón al elfo en un estado de hipnotismo tal, que chocaban una con otra y caían débiles como hojas otoñales entre las flores que despedían su olor al paso del elfo.
El elfo cantaba, silbaba, danzaba, cantaba, a la vida, al sol, al aire, al viento y al bosque quien escuchaba receptivo las bellas notas que surgían de la garganta del elfo, la ninfa obserbaba cada vez mas cerca sin ser vista y cada vez sentía con mas intensidad las notas emitidas por el elfo vibrar en lo mas profundo de su vientre haciendola gemir, en ese mismo estado de embriaguez en el que la ninfa se encontraba impulsada por una fuerza superior a ella, salió a danzar al compás de la melodía.
La ninfa giraba, danzaba, brincaba, giraba, sobre sus pies como muñeca impulsada por cuerda, el elfo detuvo su canto, las hadas dejaron de batir sus alas dejando escuchar el silencio del corazón del bosque y la ninfa sintió que la observaban y suspendiendo el estado de éxtasis que había experimentado abrió sus ojos que chocaron justo con los del elfo quien estupefacto la observaba, pues nunca había visto tanta belleza junta.
La ninfa luego de salir del estado de trance en el que la mirada fija del elfo la ponía salió corriendo a esconderse detrás de los abetos, como impulsado como por una rafaga de viento el elfo salió tras ella sin perderle el rastro.
la ninfa corrió hasta un arroyo que la impresionó, pues de su interior salían destellos dorados, la ninfa se detuvo a mirar el agua cristalina y acercándose a la orilla del arroyo cayó dentro de él, nadando, patalendo, bracendo, nadando, salió a la superficie.
Al salir la estaba esperando con ansias y en su mano la flor que la ninfa llevaba en el cabello, el elfo quien seguro que ahora no escaparía sonreía nerviosamente.

Caminaron por largo rato sin articular palabra alguna, no era necesario decir nada, sus hálitos eran cálidos y de color violeta y sobre sus cabezas un arcoíris les adornaba el panorama.
Sus pechos vibraban con rapidez debido al ritmo de los latidos de sus corazones ilusionados.
Desde el primer momento en el que se vieron fijamente a los ojos sintieron millones de mariposas volando en sus vientres.
Cuando al fin el elfo se dispuso a hablarle las mariposas salieron revoloteando de su boca entorpeciendo sus palabras, la ninfa al ver el remolino de mariposas saliendo de la boca del elfo se echó a reir pero esta a su vez no pudo hacerlo pues ahora salía de su boca un torbellino de mariposas fusionandose con las otras cubriéndolos una cortina de mariposas de colores que cosquilleaban sus mejillas.

El idilio sublime y eterno de los dos seres mitológicos ahora se veía reflejado en el bosque, pues sus voces fusionadas formaban melodiosas notas acompañadas de revoloteos de mariposas de colores por doquiera que fueran, retumbando, rebotando, vibrando, retumbando, el eco de sus voces de un árbol a otro inundando así todo el bosque sumergiéndolo en la fiebre de amor con la que los amantes estaban poseídos.

Al caer la noche la ninfa y el elfo se refugiaban entre las ramas de los árboles acompañados del trinar de los pájaros quienes eran testigos de las fusiones amorosas de los dos amantes, corrían con el alma desnuda y las emociones al aire emanando de ellos fragancias dulces y suaves opacando el olor de las flores de fragancias nocturnales, nadaban en el arroyo saciando las ansias febriles de amarse sin tregua.

Una madrugad de tantas en la que los amantes esperaban la alborada amandose, embebidos, embriagados, hipnotizados, besandose el alma, saciando su sed; el bosque gemía mientras se amaban, los gemidos emitidos por el bosque eran tan fuertes que el cielo retumbó provocando una explosión en el cielo y las estrellas empezaron a llover, cuando una cayó sobre los amantes estos a su vez gimieron dejando escapar millones de mariposas que surcaban el cielo en medio de la lluvia de estrellas, el choque de la estrella produjo de nuevo una explosión fulminandol por completo ahora lloviendo flores de colores esparciendo su olor por todo el bosque, el cielo se encontraba adornado con una lluvia de estrellas y flores y nubes espesas de mariposas lo atraviezan de lado a lado, bañando de colores y aromas al bosque, al arroyo y a todos los amantes del bosque evitan amarse con desenfreno.

Utopía o Ideal?

Hombre

Ser fuerte y defensor de tus ideales,
Con tus brazos defiendes tu ego, con tus puños
Tu dignidad y con tu espíritu tu libertad.

Eres valiente y digno de admirar, con tus
Palabras engalanas la belleza de una mujer
y con tus hechos su valor.

Siempre ves al frente y nunca hacia atrás,
tomas fuerza de tu interior para continuar,
nunca retrocedes un paso para tomar impulso.

Sabes la diferencia entre el bien y el mal,
conoces límites al actuar pero los desconoces a
la hora de amar.

Eres un visionario y estas siempre listo para la
batalla, usas tu inteligencia para defenderte
nunca tus impulsos.

Conoces y exaltas la belleza de una flor y en
cada una de ellas ves el rosro de tu amada.

Tu amada te espera y te admira, pues luchas
cada día con arrojo, nunca te ve derrotado
mas te considera un guerrero de luz.

Como casa edificada sobre roca eres, tu amada se
refugia y bajo la sombra de tu brazo descansa,
pues en ti se siente segura.

Sabes amar sin sentirte débil y te conduces con
rectitud y honestidad cuando de honrar a la
que te dió la vida se trata.

Coronas de flores a la que te dió la vida y bajas
las estrellas para la que te dió su corazón.

Reconoces tus virtudes y de donde provienen sin
sentirte ufano; eres lucero y gracia recibes del que
quiso que fueras lo grande que eres.